Sin otro ánimo que el de no poner fronteras a nuestro trabajo, nos pusimos el mundo por montera e iniciamos una singladura que nos ha permitido conocer de primera mano las necesidades de múltiples países, cada uno de ellos con sus singularidades sociales y tecnológicas. Pero en todos encontramos un denominador común, la necesidad de innovar para cubrir sus demandas específicas.

En algunos casos sólo la capacidad de hacer viable económicamente un proyecto con los recursos existentes y los medios disponibles, ya era un éxito. Éste ha sido el caso de varios proyectos de vivienda social en Sudamérica y África, dónde nuestra contribución se ha basado específicamente en aplicar el "know how" acumulado tanto en la gestión económica como en la planificación "in situ" de proyectos consolidados y aplazados por deficiencias en su gestión, sin apenas variaciones en su concepción inicial.

En otros casos la innovación tecnológica ha garantizado la solución de diversos proyectos. Como la incorporación de cenizas volantes procedentes de centrales térmicas a la fabricación de hormigón de acuerdo al European Concrete Standard EN 206-1. O la pre-fabricación completa del proyecto para conseguir un modelo constructivo de garantías, acorde a los más exigentes estándares de construcción sismo-resistente.

En otros casos la viabilidad económica y la tecnológica han ido de la mano, garantizándose recíprocamente su éxito. Como en la eficiencia lumínica que junto a la implementación fotovoltaica evitan la dependencia de grupos electrógenos diésel en una deficitaria red eléctrica, el aislamiento de la envolvente, el empleo de bombas de calor geotérmicas y el aprovechamiento de la inercia térmica de la estructura y su ciclo nocturno de ventilación para reducir el consumo energético en la refrigeración diurna, que han hecho posible el Campus Universitario de Angwan Tofa. Así como la obtención y potabilización de recursos hídricos necesarios en zonas que carecían de redes de suministro, o la gestión de las aguas residuales.